lunes, 20 de agosto de 2012

Por fin vuelvo! Sí! Después de una inactividad propiciada por varios factores, retomo el blog con ganas de contar muchas cosas. La primera es un tema muy original, el calor infernal que hace. He estado de vacaciones recientemente en Andalucía (Almería y Marbella) y, contra todo pronóstico, el calor fue mucho más agobiante en Marbella. Aún así, he sacado muchas experiencias positivas que ya iré comentando por aquí.
Lo que me ocupa ahora es una reseña sobre el que considero el mejor restaurante japonés que conozco hasta la fecha en Madrid, "Miyama Castellana" (hay otro local en la calle Flor baja).
Fui invitado a un cumpleaños y reconozco que la comida fue todo un festival, aunque con grandes altibajos, posiblemente por las elecciones que hicimos, no siempre adecuadas.
El local no tiene grandes pretensiones, pero resulta elegante y agradable. Tienen grifos de cerveza japonesa, lo cual no es fácil de encontrar (primer minipunto para Miyama).
Poco después de pedir, llegó a la mesa una ensalada de alga wakame con aceite de sésamo como aperitivo. La típica de estos casos. Sin más.

Ensalada de algo wakame
En seguida hizo presencia un plato que para mi fue el auténtico sorpresón. Tataki de atún. Se aunaban dos cosas fundamentales: la calidad del pescado, que simplemente era de diez, y la elaboración, con una salsa agridulce con un ligero toque picante. De estos platos que no te gustaría que acabasen nunca. Hay que ir solo por probarlo.

Tataki de atún
No podía faltar en nuestra visita una de sashimi. En este caso de salmón. Y que decir, algo parecido al tataki. La calidad del pescado es tremenda, no se donde conseguirán ese salmón pero me gustaría saberlo. Corte perfecto, infiltraciones de grasa exactas para hacerlo jugoso, sabroso y delicado al mismo tiempo. La presentación también ayudaba. El plato venía sobre una base de hielo picado. He de decir que hubo una segunda ración de sashimi de tanto que nos gustó a todos los presentes.

Sashimi de salmón
Para seguir con el pescado vinieron unos makis de salmón y otros de atún. En la línea de los platos anteriores, gran pescado y gran preparación. Supongo que tengo debilidad por esta comida, pero me encantaron.

Makis de atún
Makis de salmón
Que nadie se confunda por el color de la foto, es que Instragram nos ha vuelto a todos un poco artistas y la foto venía así de "fábrica".
"Ebi fry", así se llamaba el roll que pedimos. Langostinos y empanado con panko. Acompañado de salsas de curry y una balsámica. Estaba muy bueno, pero creo que destacaba menos que los anteriores, tal vez por la materia prima, más normal, y su preparación (el frito siempre resta importancia al resto de componentes).

Ebi fry roll
Y por último, antes de los postres, una de las novedades. Un plato que pedimos sin tener una idea exacta de que nos iba a deparar. Personalmente, me deparó una decepción. Poco sabor, texturas secas en algunos ingredientes. El plato en cuestión era Kawara soba. Una mezcla de ingredientes tales como fideos de té verde, pollo, tortilla, algas y tempura de langostinos. La presentación era muy bonita, pero no me gustó. Me dejó totalmente frío, y en restaurante de este nivel es decir bastante.

Wakara soba
Pasemos ahora a los postres. Ya he comentado en algún post que no termino de coger el punto a los postres asiáticos. Solo hago una excepción, Okashi Sanda. Y por desgracia en esta ocasión volví a tener ese tipo de sensaciones. Cuando leo los nombres en la carta pienso que van a ser una maravilla de la creación, cuando llegan a la mesa tienen una pinta estupenda y cuando los pruebo...miro a ver que más hay en la mesa para tomar. Son sabores que no me parecen adecuados para concluir una comida o una cena. No consiguen ser lo suficientemente dulces o ácidos para dejarme el sabor que busco en la sobremesa. Está claro que aquí entran los gustos de cada uno.
Tomamos tres postres pero me voy a centrar en los dos que tengo foto, de los cuales tomé un poco más.
Por un lado está la mousse de chocolate negro y yuzu con salsa y sorbete de mandarina. Una mousse poco dulce, con un toque ahumado y la influencia poco acertada del yuzu (es un cítrico asiático difícil de encontrar de momento por estas lindes). Sin duda lo mejor era su presentación y el sorbete de mandarina. Pero no lo suficiente como para convertir al postre en un buen plato.

Mousse de chocolate negro y yuzu con salsa y sorbete de mandarina
El otro "dulce" fue una tarta de manzana caramelizada con helado de nueces y miel. Pues bien, partimos de la base de que no soy un amante de la manzana cocinada. Así que aquí me guiaré por el criterio de Ele. Pues tampoco le gustó demasiado. El helado no terminaba de saber a ninguna de las dosas cosas y la "tarta" pues bueno, normal. No recuerdo que nadie quedase maravillado con este postre, pero posiblemente aquí el fallo no lo tenga el plato en sí y si las personas en cuestión.

Tarta de manzana caramelizada con helado de nueces y miel
El otro postre era un helado de cerveza. Sinceramente, no me gustó. Me encanta la cerveza, pero no me resultó un gran acierto. Sin pena ni gloria.
En fin que después de haberle dado tanta "caña" a los postres y el último plato, puede parecer que no me gustó mucho, pero todo lo contrario. Todo lo que pedimos reforzó mi pensamiento acerca de los postres de estos restaurantes y el Wakara soba fue una prueba, podría haber sido todo un hallazgo.
Las conclusiones son que todo lo relacionado con el pescado y el arroz de este restaurante me maravilló. Disfruté como un enano con la frescura del pescado, volvería a ir sin pensármelo dos veces. El precio no puedo saberlo exactamente puesto que fui invitado. Pero más o menos, sin cometer errores como pedir postres o un vino muy caro (aconsejo la cerveza para esta comida), puede salir por unos 35 € por cabeza. Me parece un precio razonable teniendo en cuenta la calidad de la comida. Uno de esos restaurantes para ciertas ocasiones, no para el día a día.

Y quería dedica el post de hoy al cantante del grupo al que más veces he visto en directo. Perdí la cuenta hace tiempo, no se si 5 o 6 veces. Se trata de Tony Sly, y falleció hace pocas semanas. Era el vocalista y principal compositor de No use for a name. Música sencilla, pero directa. Rápida, pero bien compuesta. Contundente, pero sensible. Y unas letras con las que me solía identificar como pocos lo consiguen. Fue mi hermano quien me metió el gusanillo de No use for a name y después por los conciertos en solitario y acústico del propio Sly. Así que gracias a los dos, uno por enseñarme a uno de mis compositores favoritos y a otro por regalarme alguna de mis canciones favoritas. Has sido la banda sonora de parte de mi vida y has conseguido trascender más allá de tu muerte con tu música. Por todo, y más, gracias Tony Sly.



No hay comentarios:

Publicar un comentario