Dando una vuelta por el aeropuerto vimos que había franquicias y cadenas varias donde comer y de repente un autoservicio con bastante buena pinta. La comida estaba expuesta por zonas temáticas y entonces vi una mujer italiana con una máquina que funcionada a base de rodillos con las que hacía pizzas en no más de 20 segundos y fuí directo. El horno tenía buena pinta y cuando vi los precios no me lo pensé dos veces. Y en ese idioma internacional llamado "leer el letrero y añadir detrás el por favor según del país donde estés" pedí una pizza con mozarella de búfala. Era la más cara de todas. 7,90 euros. En la mayoría de restaurantes italianos de Madrid la pizza habría sido peor y el doble de cara.
Por fin llegamos a la mesa y pruebo el manjar. Genial. Sin más.
Pizza de aeropuerto |
Para los amantes de los italianos, la pizza me recordó mucho a una que comimos en Totó e Pepino, concretamente la Malafemina (no recuerdo si es escribía así tanto el nombre del restaurante como la pizza). El caso es que por fin comí a gusto en un aeropuerto y no me ví obligado a comer en el McDonald´s de turno. Gracias Roma.
Y en estos momentos de reflexión es cuando me apetece escuchar una de mis canciones favoritas de uno de mis grupos favoritos. "Be quiet and drive (far away)" de Deftones. Es una canción simple a más no poder pero por mi parte podría durar 15 minutos y no me aburriría jamás.
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